¿Deberías estirar un desgarre muscular?

¿Qué es un desgarre muscular?

Es la ruptura total o parcial de fibras musculares (también conocido como rotura muscular).

¿Cómo se produce un desgarre muscular?

Ocurren cuando la fuerza aplicada al tejido muscular genera una tensión o un esfuerzo mayor del que éste puede soportar. Generando así un daño a las miofibrillas (fibras musculares)

El mecanismo más frecuente es una elongación brusca al momento de la contracción excéntrica, siendo común en movimientos que implican aceleración-desaceleración o cambios súbitos de dirección.

Los desgarros musculares suelen producirse en la unión miotendinosa (MTJ) cuando la fuerza se transfiere del músculo al tendón. Aunque muchos creen que éste es el lugar donde el músculo se une al tendón, en realidad la MTJ está formada por varias MTJ que convergen dentro del propio vientre del músculo. Esto se conoce como el tendón intramuscular, donde las miofibrillas se unen al tendón dentro del propio músculo, y es otro lugar de localización de los desgarros musculares.

¿Debemos estirar posterior a un desgarre muscular?

Estirar un músculo desgarrado, repetiría el mecanismo de la lesión y aumentaría el daño en la zona lesionada. Por lo tanto, reconocer que los desgarros se producen al cargar las fibras musculares más allá de su capacidad, nos permite determinar que volver a estirar/cargar inmediatamente esas fibras sería desfavorable.

Sin embargo, evitar los estiramientos a largo plazo tampoco es la mejor solución. Antes de entrar en las pautas de la rehabilitación de los desgarros musculares, primero tenemos que entender cómo clasificar la gravedad de la lesión y ser conscientes del proceso natural de curación.

Basándose en esta información, el British Journal of Sports Medicine (BJSM) propuso un nuevo sistema de clasificación clínica para las lesiones musculares que identifica la localización específica de la lesión dentro del músculo. Esta distinción es necesaria, porque sabemos que entre más cercano sea el desgarre al hueso suele alargar el tiempo de recuperación.  Por lo tanto, al utilizar ambas clasificaciones juntas, podemos pronosticar con mayor precisión la recuperación. Esto se determina en gran medida a través de los dos factores más importantes: La localización del desgarre y el número de fibras musculares dañadas.

Fases de curación de los desgarres musculares:

Independientemente de la clasificación, todos los desgarros musculares pasan por un proceso de curación (lo que cambia es la velocidad a la que se produce en función de la gravedad de la lesión).

Fase 1: Fase de degeneración/inflamación:

  • Ruptura y necrosis (muerte) de las miofibrillas.
  • Respuesta inflamatoria: Formación de hematomas (hinchazón y coagulación de la sangre dentro del tejido muscular).

Aplicación práctica:

  • Evitar el reposo absoluto, el hielo y los AINES.
  • No causar más daño (evitar la termoterapia, trotar, correr, masaje).

Fase 2: Fase de regeneración:

  • Fagocitosis del tejido necrótico.
  • Activación y proliferación de las células satélite.
  • Regeneración de miofibrillas.
  • Formación de tejido cicatricial.

Aplicación práctica:

  • Comenzar la movilización y las carga tan pronto como sea posible para beneficiar el proceso de curación y reducir la acumulación de tejido cicatricial.

Fase 3: Fase de remodelación

  • Maduración de las miofibrillas.
  • Reorganización del tejido cicatricial.
  • Posible fibrosis.

 Aplicación práctica:

  • Realizar ejercicios de fortalecimiento global.
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Propuesta de rehabilitación para los desgarres musculares:

1.- Reposo Relativo + Movilización Temprana:

  • Reducir la actividad y evitar agravar la tensión.
  • Iniciar movimientos activos ligeros para promover la recuperación activa (aumenta el flujo sanguíneo en la zona).

2.- Recuperar el Rango de Movimiento:

  • Centrarse en aumentar los rangos articulares con ligeros estiramientos activos.
  • Evitar los estiramientos pasivos y la elongación muscular excesiva.

3.- Aumentar la Resistencia:

  • Baja intensidad (carga/resistencia), mayor volumen (repeticiones).
  • Centrarse en el aumento de la resistencia muscular mediante contracciones musculares concéntricas.

4.- Aumentar la Carga:

  • Aumentar la intensidad (carga, resistencia) menor volumen (repeticiones).
  • Estresar el músculo afectado mediante un entrenamiento de fuerza.

5.- Aumentar la Velocidad:

  • Contracciones de mayor velocidad.
  • Etapa final: Retorno a la velocidad máxima (debe incluir la imitación del mecanismo de la lesión).

En conclusión:

Es importante señalar que una sola contracción excéntrica, con una tensión suficientemente rápida, puede ser suficiente para causar un desgarre muscular inducido mecánicamente, independientemente de otros factores. A pesar de estos casos puramente mecánicos, la gran mayoría de los desgarros musculares son de naturaleza multifactorial. Es imprescindible identificar y abordar los factores de riesgo subyacentes si queremos rehabilitar y prevenir con éxito los desgarros musculares de forma eficaz.

Los desgarros musculares pueden parecer sencillos de rehabilitar al principio. Utilizar el dolor como marcador del proceso puede ser erróneo, ya que suele remitir con relativa rapidez incluso sin intervenciones terapéuticas, la tasa de recidiva de los desgarros musculares son superiores al 30%, por lo que es importante que eduquemos a nuestros pacientes sobre la mejor manera de tratar estas lesiones tanto a corto como a largo plazo.

Referencias:

  1. Muñoz Ch., Sara, Astudillo A., Claudia, Miranda V., Edith, & Albarracin G., Juan Francisco. (2018). Lesiones musculares deportivas: Correlación entre anatomía y estudio por imágenes. Revista chilena de radiología24(1), 22-33. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-93082018000100022.
  2. https://bjsm.bmj.com/content/52/19/1275#F1
  3. https://bmjopensem.bmj.com/content/4/1/e000323
  4. https://bjsm.bmj.com/content/47/6/351?ijkey=a01463c0ee0ce27530bc5fc6ebaee451f426315c&keytype2=tf_ipsecsha
  5. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3940495/
Joaquín Moreno Rodríguez

Joaquín Moreno Rodríguez

Lic. Terapia Física

Escrito por: Joaquín Moreno Rodríguez

Director de JM Fisioterapia®.
Lic. en Terapia Física, egresado con excelencia académica en la Universidad Univer Milenium, Toluca, México.

Decodificando el dolor

En el año 2020 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) definió: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”. [1]

Asociar el dolor a un daño estructural o tejido es una creencia errónea, que puede afectar al  proceso de recuperación de una persona, debido a que el dolor no se encuentra en los tejidos sino en el cerebro, y depende de las creencias, experiencias y perspectivas que tiene la persona ante alguna situación. Los padres de la neurociencia del dolor actual, Wall y Melzack [2], descubrieron que asociar el dolor a un daño estructural o patología, puede incrementar el dolor de las personas. 

El dolor es subjetivo y sumamente complejo, pero el dolor que sentimos es real y en parte el dolor es algo bueno, es un sistema de alerta y protección que nos brinda el sistema nervioso ante alguna situación para alertarnos que algo está pasando en nuestro cuerpo y debemos atenderlo; sin embargo muchas veces solo se atiende y trata a los tejidos, pero no a la persona que lo padece (paciente), es por eso (entre otras cuestiones) que el dolor persiste.

Los tejidos sanan, pero el sistema nervioso recuerda. 

Es importante reconocer el contexto, hechos o vivencias previas al dolor que las personas refieren. Se han documentado casos de soldados que han perdido un miembro, o sido heridos durante una batalla sin sentir dolor mientras combatían [3]. Los soldados no sienten dolor en el combate, porque su cerebro analiza el entorno y considera que es una amenaza mayor para su sistema nervioso no continuar defendiéndose. Una situación “parecida” puede que te haya ocurrido a ti. Si has practicado alguna actividad con cierto contacto, como diferentes deportes equipo o de combate... es posible que hayas recibido un golpe durante la competencia (si practicabas deportes de contacto probablemente varios). Lo curioso es que te ha empezado a doler al terminar la actividad, puede que incluso el día después. De aquí la famosa frase de “me empezó́ a doler cuando me enfrié́”. En realidad es la misma situación que la del soldado en la batalla, a tu cerebro le parecía más importante ganar el partido o que no recibieras golpes en exceso durante el combate que enviarte dolor en ese momento. En cambio si sufrías dichos golpes en otros escenarios no competitivos, si sentías un dolor inmediato.

El dolor depende del contexto y la relación que el sistema nervioso le otorga a los hechos, por ejemplo todos hemos sentido dolor en algún momento de la vida, al agacharnos a levantar un objeto o al levantar algún objeto, asociando el dolor al movimiento (dolor = agacharse, agacharse = dolor), pero lo que no recordamos es que muchas otras veces anteriormente hemos hecho ese mismo movimiento agachándonos o levantando algún objeto y no sentimos ese dolor. Dando origen al miedo – evitación haciendo creer a nuestro cerebro que si hacemos ciertos movimientos existirá dolor, limitando nuestro cuerpo al movimiento, que en un futuro nos hará frágiles y posiblemente hasta sedentarios.

Como ya lo hemos mencionado el dolor es muy subjetivo, el dolor que puede sentir una persona no es el mismo al que tú puedes sentir, porque intervienen muchos factores biopsicosociales donde intervienen el contexto, las creencias y vivencias de las personas ante ciertas situaciones “cotidianas”. Lo que para algunas personas puede ser muy temido para otras personas (deportistas) puede ser una situación muy habitual como un golpe o una caída, pero si cualquier persona se corta con una hoja de papel o se pincha con algún alfiler seguramente sentirá un dolor intenso. Demostrando lo que las neurociencias ya han comprobado “El dolor no es proporcional al tejido dañado.” 

En la actualidad se sabe mucho acerca del dolor, aún faltan muchas cosas por comprender e investigar, sin embargo pese a la toda la información que ya sabemos del dolor, muchos “profesionales de la salud” siguen creyendo que el dolor está en los tejidos y atienden a los tejidos que creen estar dañados y no a la persona que los padece, generando un efecto nocebo en la persona, retrasando el proceso de normalización del dolor o como los “profesionales de la salud” les llaman a dichas situaciones “su dolor es psicológico”, como es el caso muy común en los deportistas o pacientes que aún siguen sintiendo dolor a pesar de que su estructura muestra en pruebas de imagen que ya se encuentra recuperada. El problema es que persisten alteraciones a nivel nervioso que provocan que permanezca la amenaza en su cerebro. Aunque sus tejidos se hayan recuperado, en el sistema nervioso pueden permanecer señales de amenaza (dolor) y de las señales nerviosas entres los músculos y el cerebro. Todo esto provoca una alteración de los mapas cerebrales.

En Conclusión: El dolor es un mecanismo de alerta y a veces de defensa para informar al sistema nervioso que se siente amenazado  o algo está sucediendo, no existe el dolor psicológico, el dolor que las personas sentimos es real, pero no necesariamente está en los tejidos y el dolor que cada persona siente es por contextos biopsicosociales, creencias y experiencias previas, dando origen al umbral del dolor de dicha persona.

Si tu dolor es crónico y lo has “tratado” y no desaparece puede que tu cerebro aún se sienta amenazado o en peligro, busca a verdaderos profesionales de la salud para que te traten a ti y no a tus tejidos.

Referencias

  1. IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain terms: a list with definitions and notes on usage. Recommended by the IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain. 1979;6(3):249-52.
  2. Butler, David y Moseley, Lorimer. Explicando el dolor. Adelaide : Australia, 2010.
  3. Neural representations and the cortical body matrix: implications for sports medicine and future directions. Wallwork, Sarah, y otros. p. bjsports-2015-095356, s.l. : British journal of sports medicine, 2015.
Joaquín Moreno Rodríguez

Joaquín Moreno Rodríguez

Lic. Terapia Física

Escrito por: Joaquín Moreno Rodríguez

Director de JM Fisioterapia®.
Lic. en Terapia Física, egresado con excelencia académica en la Universidad Univer Milenium, Toluca, México.

La eficacia del ejercicio de resistencia enfocado excéntricamente y concéntricamente en pacientes con osteoartritis de rodilla

La osteoartritis (OA) es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial debido a su alta prevalencia y es considerada la causa más común de discapacidad especialmente en adultos mayores de 65 años, se encuentra entre las 10 principales causas de discapacidad física en todo el mundo y la articulación más afectada es la rodilla con una incidencia de 240/100.000 personas/año.

La osteoartritis se define como una condición degenerativa articular caracterizada por pérdida progresiva del cartílago articular, hipertrofia ósea marginal y cambios en la membrana sinovial, sin embargo, se conoce que en esta enfermedad hay un patrón genético y proteómico. (1)

Los factores de riesgo asociados a esta condición es la edad y el sexo femenino, mientras que en componentes genéticos tiene una baja asociación con la OA de rodilla, a diferencia de lo que ocurre en otras articulaciones, como la cadera o las manos que también está relacionado con el síndrome metabólico. La actividad física no ha logrado ser identificada como un factor de riesgo para el inicio o la progresión de la OA de rodilla. (2)

Actualmente se reconoce que la OA es una enfermedad multifactorial donde diversas noxas son capaces de generar y perpetuar el daño sobre el cartílago articular, la membrana sinovial y el hueso subcondral,  cuando se compromete la matriz extracelular condral se genera una disminución en la capacidad de retención de agua, perdiendo resistencia en el tejido y elasticidad frente a la compresión; aumentando el daño del tejido circundante debido a la baja tasa de recambio celular y a la pobre capacidad reparativa del cartílago, en el cual no se logra compensar el daño sufrido, generándose finalmente el fenómeno de la OA. (2)

La OA de rodilla es una fuente importante de dolor, que ocasiona un deterioro en la calidad de vida, limitando la función física y pérdida de masa muscular. (1)

En un estudio reciente se realizaron pruebas de fuerza isocinética en personas con OA que muestran menor fuerza excéntrica de la pierna de 76% a comparación de fuerza extensora concéntrica del 11-56%. (3)

¿Por qué esta presenta la debilidad muscular?

El dolor inhibe las vías corticoespinales e intracorticales y provoca un déficit de activación central y una reducción de la fuerza en los músculos de la pierna. 4)

¿Qué ejercicio de resistencia, ya sea concéntrico o excéntrico es mejor para la OA de rodilla?

Está comprobado que el ejercicio de resistencia puede reducir la gravedad de rodilla y la fuerza de la pierna es personas con OA.(5)

La contracciones excéntricas aumentan la fuerza muscular e hipertrofia a un menor costo metabólico, cardíaco y neural que las contracciones concéntricas.(5) Aunque ambos tipos de entrenamiento muscular pueden inducir hipertrofia, las adaptaciones de la arquitectura muscular para el entrenamiento excéntrico ocurre en gran medida con la longitud del fascículo y la hipertrofia es más evidente en los extremos distales del músculo.(6) También reduce la inhibición intracortical y aumenta la excitabilidad corticoespinal entre un 37-51%.(7)


Un metanalisis reciente mostro que el ejercicio reduce la gravedad del dolor de la OA de manera similar a los agentes analgésicos tradicionales.(8)

A medida que la OA de rodilla progresa y el dolor aumenta con el tiempo, la fuerza de los músculos flexores y extensores de la rodilla disminuyen linealmente tanto en hombres como en mujeres.(10) Está perdida de fuerza parece ser independiente del estado radiográfico de la enfermedad. La reducción del dolor está relacionada con las ganancias de fuerza de una variedad de ejercicios. (9,10)

Un estudio aleatorizado comparo la efectividad del ejercicio enfocado excéntricamente ( ECC RT),  concéntricamente (CNC RT) y un grupo control sin ejercicio en lista de espera(CON)  enfocados en los síntomas de OA de rodilla y la fuerza musculas de la pierna durante 4 meses, cincuenta y cuatro personas completaron el estudio en personas de un rango de 60 a 85 años de edad con presencia de OA de rodilla y dolor en la rodilla. Los criterios de exclusión fueron cirugías en los últimos 12 meses, radiculopatia lumbar o claudicación vascular, condromalacia y inyecciones de corticoides dentro de los 3 meses.

En ese estudio mostro que los ejercicios de fortalecimiento que involucra tanto a los extensores como a los flexores de la rodilla produce un mejor alivio de los síntomas del dolor que la extensión de rodilla sola, el aumento de la fuerza de rodilla fue un predictor significativo en la reducción del dolor porque fortalecer los isquiotibiales en la reducción del dolor podría deberse en parte al cambio favorable de los puntos de contacto femoral y tibial en relación con la ubicación de las lesiones del cartílago. (1)


 

Conclusión

La OA de rodilla es una enfermedad altamente prevalente y que afecta principalmente a personas mayores ya que es una fuente importante de dolor y discapacidad en todo el mundo.

El estudio aleatorizado sobre el entrenamiento concéntrico y excéntrico fueron efectivos para aumentar la fuerza muscular de las piernas y la reducción del dolor, pero se requería un tamaño de muestra mayor para detectar estadísticamente en los resultados de dolor y fuerza.

Cualquier modelo de entrenamiento es favorable ya que ningún programa parece superior al otro con respecto a la fuerza, función y dolor percibidos. El programa ya es dependiendo a los objetivos, la tolerancia al tipo de contracción y la disponibilidad del equipo, ya que pacientes que tienen OA y problemas de hipertensión o enfermedades cardiovasculares, un programa que enfatiza la fase excéntrica puede resultar la opción preferible, ya que el costo cardiovascular de este tipo de contracción es menor en comparación con la fase concéntrica.

Referencias:

  1. R.Vicente, K., Vasilopoulos, T., Montero, C., & K. Vicent, H. (2019). Eccentric and Concentric Resistance Exercise. Diario Oficial del Colegio Americano de Medicina Deportiva, 1997-1986.
  2. Martínez Figueroaa, R., Martínez Figueroa, C., Calvo Rodriguez, R., & Figueroa Poblete , D. (2015). Osteoartritis (artrosis) de rodilla. Chil Ortop Traumatol, 45-51.
  3. Alnahdi AH, Zeni JA, Snyder-Mackler L. Muscle impairments in patients with knee osteoarthritis. Sports Health. 2012;4(4):284–92.
  4. Kittelson AJ, Thomas AC, Kluger BM, Stevens-Lapsley JE. Corticospinal and intracortical excitability of the quadriceps in patients with knee osteoarthritis. Exp Brain Res. 2014;232(12):3991–9
  5. Gür H, Cakin N, Akova B, Okay E, Küçükoğlu S. Concentric versus combined concentric-eccentric isokinetic training: effects on functional capacity and symptoms in patients with osteoarthrosis of the knee. Arch Phys Med Rehabil. 2002;83(3):308–16.
  6. Reeves ND, Maganaris CN, Longo S, Narici MV. Differential adaptations to eccentric versus conventional resistance training in older humans. Exp Physiol. 2009;94(7):825–33.
  7. Kidgell DJ, Frazer AK, Daly RM, et al. Increased cross-education of muscle strength and reduced corticospinal inhibition following eccentric strength training. Neuroscience. 2015;300:566–75.
  8. Henriksen M, Hansen JB, Klokker L, Bliddal H, Christensen R. Comparable effects of exercise and analgesics for pain secondary to knee osteoarthritis: a meta-analysis of trials included in Cochrane systematic reviews. J Comp Eff Res. 2016;5(4):417–31.
  9. Knoop J, Steultjens MPM, Roorda LD, et al. Improvement in upper leg muscle strength underlies beneficial effects of exercise therapy in knee osteoarthritis: secondary analysis from a randomised controlled trial. Physiotherapy. 2015;101(2):171–7.
  10. Bartholdy C, Juhl C, Christensen R, Lund H, Zhang W, Henriksen M. The role of muscle strengthening in exercise therapy for knee osteoarthritis: a systematic review and meta-regression analysis of randomized trials. Semin Arthritis Rheum. 2017;47(1):9–21.
Ángeles Santana Bermejo

Ángeles Santana Bermejo

Lic. en Fisioterapia

Ángeles Santana Bermejo

Diseñadora y colaboradora de JM FISIOTERAPIA®. Lic. en Fisioterapia, egresada de la Universidad Tecnología de Mexico. Certificada en : Easy Flossing Academy , Electrolipólisis , Cavitación, Terapia manual en columna vertebral.

¿Qué es la kinesiofobia o miedo al movimiento?

Te golpeas el dedo del pie, te machucas los dedos de la mano con una puerta, amaneces con dolor de cuello o te duele la espalda tras cargar algo pesado... Todas las personas hemos sufrido dolor al menos una vez en nuestra vida, es más que cierto que todos los seres humanos le tememos, ya que creemos que sentir dolor es sinónimo de malas noticias y es un hecho que haremos casi cualquier cosa por evitarlo, guardar reposo, evitar actividades que antes disfrutábamos, tomar medicamentos que podrían resultar adictivos o incluso someternos a una cirugía con la finalidad de que el dolor desaparezca. 

¿Pero qué pensarías si todo lo que creías sobre el dolor es erróneo o constituyera solo una parte de la verdad? Lo que resulta innegable es que el dolor es desagradable; sin embargo, también es esencial, pues es una experiencia para alertarnos ante el peligro. Cada ser humano tiene una experiencia ante el dolor única, así como umbrales de dolor diferentes. 

 La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) propuso una nueva definición: El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial.

Cuando acontece una lesión, ocurren una serie de procesos fisiológicos en el área lesionada con el fin de curar y reparar. También existen factores físicos, biológicos, cognitivos, sociales y conductuales que influyen directamente en el pronóstico de la lesión. El miedo que desarrollan las personas ante el dolor es un factor relevante para comprender cómo el dolor agudo se puede volver crónico y persiste incluso aunque ya no haya lesión. El miedo en relación con el dolor ha sido descrito con una variedad de definiciones, entre ellas la kinesiofobia. [1]

La kinesiofobia es un factor psicológico, definido como un miedo relacionado al movimiento o a la actividad física.

¿Por qué se presenta?

Las personas que presentan kinesiofobia desarrollan comportamientos catastróficos y creencias de que la actividad puede causar una nueva lesión o dolor adicional. A medida que esto avanza, se conduce a comportamientos de evitación, discapacidad funcional, desuso, sedentarismo e incluso depresión, de ahí la importancia de la detección oportuna ya que a largo plazo aumenta el riesgo de una amplia gama de problemas de salud por la falta de movimiento. [2]

La kinesiofobia no está presente en todos los individuos que cursan con una lesión, hay personas que desarrollan fobia al movimiento tras una cirugía, o posterior a un infarto de corazón, al tener dolor de espalda o de rodillas o en personas que cursan con padecimientos neurológicos ya sea párkinson o tras sufrir un derrame cerebral. Los factores para su desarrollo son muy variables, ya que influye directamente las experiencias previas y las creencias personales acerca del dolor. Incluso esta demostrado que el conocimiento que la persona tiene acerca de su padecimiento se relaciona con la forma en que aborda su dolor, de ahí la importancia de que al acudir a consulta médica o con un profesional de salud, que brinde un diagnóstico correcto y una explicación detallada del padecimiento del paciente con la finalidad de evitar comportamientos alarmantes que pudieran detonar kinesiofobia. [1,4]

El nivel de kinesiofobia presente en una persona puede ser examinado mediante la escala de Tampa que evalúa el miedo relacionado con el dolor y es una herramienta útil para abordar al paciente que cursa con kinesiofobia. Es importante identificar las actividades de la vida diaria o los movimientos que le provocan fobia a la persona, mediante un diario kinesiofóbico, para poder así instruir a los pacientes al movimiento progresivo y seguro con la finalidad de evitar otras repercusiones psicológicas y secuelas físicas a futuro por la falta de movimiento. [3]

El cambio se produce a través del movimiento y el movimiento cura. El movimiento es vida.

Referencias

  1. Jiménez A, Becerro R, Losa M, De Labra C, Calvo C, Palomo P, Martínez E, Navarro E. Kinesiophobia Levels in Patients with Parkinson's Disease: A Case-Control Investigation. Int J Environ Res Public Health. 2021 Apr 30;18(9):4791. doi: 10.3390/ijerph18094791. PMID: 33946205; PMCID: PMC8124702.
  2. Larsson C, Ekvall E, Sundquist K, Jakobsson U. Kinesiophobia and its relation to pain characteristics and cognitive affective variables in older adults with chronic pain. BMC Geriatr. 2016 Jul 7;16:128. doi: 10.1186/s12877-016-0302-6. PMID: 27387557; PMCID: PMC4936054.
  3. Weermeijer J, Meulders A. Clinimetrics: Tampa Scale for Kinesiophobia. J Physiother. 2018 Apr;64(2):126. doi: 10.1016/j.jphys.2018.01.001. Epub 2018 Mar 19. PMID: 29567379.
  4. Wasiuk D, Knapik A, Szefler J, Brzęk A, Krzystanek E. Kinesiofobia en pacientes con accidente cerebrovascular, esclerosis múltiple y enfermedad de Parkinson. Diagnósticos (Basilea). 2021 28 de abril; 11 (5): 796. doi: 10.3390/diagnóstico11050796. PMID: 33924856; PMCID: PMC8145970.
 María Fernanda Velázquez Luna

María Fernanda Velázquez Luna

Lic. Terapia Física

Escrito por: María Fernanda Velázquez Luna

Coordinadora y Administradora de JM Fisioterapia®. Lic. en Terapia Física, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México. Certificada en: Flossingband, Terapia Manual de la Columna Vertebral.

La fisioterapia, un aliado del dolor menstrual

¿Sufres de cólicos o dolores menstruales? El dolor menstrual, clínicamente conocido como dismenorrea, es un padecimiento común en la mujer. A nivel mundial aproximadamente un 90% de la población femenina lo padece, sin embargo no debe normalizarse. Desde tiempos remotos se han utilizado remedios como tratamiento, y la evidencia actual ha propuesto nuevos tratamientos que han demostrado efectos basados en evidencia, duraderos y de bajo costo, como la fisioterapia.  

La dismenorrea se define como la presencia de dolores menstruales de origen uterino (1), aparecen al comienzo, durante o al finalizar el ciclo menstrual. Representan una de las causas más comunes de dolor pélvico (2). También se describe con el término de “cólicos menstruales” (1).

Clasificación

Con base en la fisiopatología, se ha clasificado en dismenorrea primaria y secundaria. La primaria, se refiere a la presencia de dolor pélvico recurrente asociado a la menstruación. Ocurre cerca del inicio o durante la menstruación y puede acompañarse de síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, fatiga e insomnio. La secundaria se refiere a la presencia de dolor pélvico que es causado por una patología o cualquier desorden que se pueda determinar como responsable de los síntomas de dolor (2)

Patogenia

La etiología de la dismenorrea se basa principalmente en la sobreproducción del cuerpo de prostaglandinas y leucotrienos, ambos mediadores de la inflamación, responsables de contracciones del útero y disminución del flujo sanguíneo. Se cree que las concentraciones elevadas de prostaglandinas vasoactivas (que provocan que los vasos sanguíneos se abran) en el endometrio inducen a un estado de hipercontractilidad (contracción aumentada) de la capa muscular del útero, llevando a disminución de sangre y oxigeno del músculo uterino. 

Todas las mujeres tienen niveles altos de prostaglandinas durante la fase lútea, tiempo entre la ovulación y la menstruacion. Las mujeres dismenorreicas, tienen un mayor número de prostaglandinas pudiendo llegar incluso al doble. Hay nueve tipos de prostaglandinas, siendo la PGE2 y la PGF2a las más implicadas en la dismenorrea primaria. La intensidad de los dolores menstruales y de los síntomas están relacionados a la cantidad de PGF2a (2)

Factores de riesgo

Incluyen la corta edad (<20 años), flujo menstrual abundante, primer periodo menstrual (menarca) antes de los 12 años; flujo que dure más de 7 días y la historia familiar. Fumar, bajo consumo de pescado, índice de masa corporal <20 y el consumo de cafeína se consideran factores de riesgo modificables. En otros estudios se catalogan el abuso sexual y la infertilidad (12). Hay evidencia que la depresión y ansiedad tienen una asociación a dolores crónicos (2).

Tratamiento con fisioterapia

Ejercicio terapéutico: El mejor aliado

Se ha enseñado que cuando hay presencia de dolor menstrual, lo mejor es guardar reposo. Contrario a ello, ha sido demostrado que el ejercicio ayuda a disminuir el dolor y mejorar calidad de vida, inclusive abandonando fármacos analgésicos. 

De acuerdo a una revisión bibliográfica realizada por Idoate D, el ejercicio terapéutico ha obtenido buenos resultados. Basado principalmente en ejercicio aeróbico (ejercicio de baja y mediana intensidad por periodos largos de tiempo, como trotar, correr, nadar, etc.) y estiramientos de la musculatura abdominal y pélvica. A mayor duración del tratamiento, mejores resultados se obtuvieron (3)

¿Por qué el ejercicio mejoró la condición?

El ciclo menstrual se caracteriza por cambios en la intensidad de secreción de hormonas femeninas (estrógenos y progesterona). Se ha observado que con el ejercicio hay aumento de los niveles hormonales, incluso de las endorfinas, “hormonas de la felicidad”. Las hormonas vuelven a sus niveles normales después del reposo, pero cuando el ejercicio es de alta intensidad, de larga duración o las sesiones son frecuentes, los niveles de dichas hormonas permanecen aumentados y producen cambios en los ciclos menstruales (1).

Una sesión de 50 minutos de ejercicio, no solo disminuye la intensidad del dolor sino que después de 3 meses, mejoran los síntomas asociados a la dismenorrea primaria (dolor de abdomen, espalda, senos y de cabeza, hinchazón, irritabilidad, depresión, desordenes gastrointestinales y acumulación de líquidos en piernas) (4).

TENS

La revisión bibliográfica realizada por Reyes S. (4) encontró 3 estudios que afirman que el empleo de electroterapia (uso de corriente eléctrica con fines terapéuticos), con estimulación eléctrica transcutánea (TENS) empleada como único tratamiento o empleando termoterapia (compresas caliente), mejora la intensidad de dolor. La colocación constó en 10 minutos de TENS seguido de 20 minutos de compresa caliente (37°C- 40°C).

MASOTERAPIA

En algunos artículos utilizaron la técnica de masoterapia (masaje), demostrando que el empleo de aceites aromáticos, gracias a sus propiedades, mejoran y aumentan la duración de los efectos beneficiosos. Asimismo se advirtió una disminución importante del dolor, al emplear masaje superficial con posterior masaje profundo (4).

Además resultó interesante un ensayo clínico realizado por Fallah et. al. (5) quienes dividieron a su población en cuatro grupos, aplicando programas de fisioterapia durante 8 semanas. En el grupo que se realizó masaje, hubo una reducción en la cantidad de sangrado, y en un grupo que realizó estiramientos, hubo reducción de duración de la menstruación y de sangrado. 

KINESIOTAPING

Tras emplear la técnica kinesiotaping (vendaje que usa cintas adhesivas), se ha obtenido disminución del dolor abdominal, lumbar y piernas (4).  El vendaje es colocado en ombligo, pubis y en zona lumbar, este se mantiene durante 4 o 5 días.

PUNCIÓN SECA

A pesar de la evidencia limitada sobre la eficacia de la punción seca para disminuir el dolor menstrual. Gaubecca G, et al. (6) realizaron un ensayo clínico para evaluar la efectividad de la punción seca, que consistió en la introducción de agujas de acupuntura en el músculo que desencadenaría contracciones y posterior relajación muscular. La técnica se aplicó en el músculo recto abdominal (abdomen). Mostrando una mejora significativa en la reducción del dolor y disminuyendo la ingesta de medicamentos analgésicos.

El uso de fisioterapia como alternativa farmacológica para tratar la dismenorrea primaria, parece ser una opción. Sin embargo hacen falta estudios que demuestren la eficacia de las técnicas empleadas, sin dejar a un lado que el ejercicio hasta la fecha sigue siendo el mejor aliado para tratar cualquier tipo de dolor.

Referencias

  1. Ortiz MI. Eficacia de un programa fisioterapéutico para la atención de dismenorrea primaria. Rev Mex Invest Cult Fisic Dep. 2014; 9 (1): 3-18.
  2. Garro V, Thuel M, y Robles V. Dismenorrea primaria en las adolescentes: manejo en la atención primaria. Rev Med Sin [internet]. 2019 [18 jul 2021]; 4(11): 2–14. Disponible en: https://revistamedicasinergia.com/index.php/rms/article/download/296/643?inline=1 
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Viridiana Hernández Espinosa

Viridiana Hernández Espinosa

Lic. Terapia Física

Escrito por: Viridiana Hernández Espinosa

Licenciada en Terapia Física, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Especialista en fisioterapia neurológica pediátrica, ortopédica y dermatofuncional.