¿Deberías estirar un desgarre muscular?

¿Qué es un desgarre muscular?

Es la ruptura total o parcial de fibras musculares (también conocido como rotura muscular).

¿Cómo se produce un desgarre muscular?

Ocurren cuando la fuerza aplicada al tejido muscular genera una tensión o un esfuerzo mayor del que éste puede soportar. Generando así un daño a las miofibrillas (fibras musculares)

El mecanismo más frecuente es una elongación brusca al momento de la contracción excéntrica, siendo común en movimientos que implican aceleración-desaceleración o cambios súbitos de dirección.

Los desgarros musculares suelen producirse en la unión miotendinosa (MTJ) cuando la fuerza se transfiere del músculo al tendón. Aunque muchos creen que éste es el lugar donde el músculo se une al tendón, en realidad la MTJ está formada por varias MTJ que convergen dentro del propio vientre del músculo. Esto se conoce como el tendón intramuscular, donde las miofibrillas se unen al tendón dentro del propio músculo, y es otro lugar de localización de los desgarros musculares.

¿Debemos estirar posterior a un desgarre muscular?

Estirar un músculo desgarrado, repetiría el mecanismo de la lesión y aumentaría el daño en la zona lesionada. Por lo tanto, reconocer que los desgarros se producen al cargar las fibras musculares más allá de su capacidad, nos permite determinar que volver a estirar/cargar inmediatamente esas fibras sería desfavorable.

Sin embargo, evitar los estiramientos a largo plazo tampoco es la mejor solución. Antes de entrar en las pautas de la rehabilitación de los desgarros musculares, primero tenemos que entender cómo clasificar la gravedad de la lesión y ser conscientes del proceso natural de curación.

Basándose en esta información, el British Journal of Sports Medicine (BJSM) propuso un nuevo sistema de clasificación clínica para las lesiones musculares que identifica la localización específica de la lesión dentro del músculo. Esta distinción es necesaria, porque sabemos que entre más cercano sea el desgarre al hueso suele alargar el tiempo de recuperación.  Por lo tanto, al utilizar ambas clasificaciones juntas, podemos pronosticar con mayor precisión la recuperación. Esto se determina en gran medida a través de los dos factores más importantes: La localización del desgarre y el número de fibras musculares dañadas.

Fases de curación de los desgarres musculares:

Independientemente de la clasificación, todos los desgarros musculares pasan por un proceso de curación (lo que cambia es la velocidad a la que se produce en función de la gravedad de la lesión).

Fase 1: Fase de degeneración/inflamación:

  • Ruptura y necrosis (muerte) de las miofibrillas.
  • Respuesta inflamatoria: Formación de hematomas (hinchazón y coagulación de la sangre dentro del tejido muscular).

Aplicación práctica:

  • Evitar el reposo absoluto, el hielo y los AINES.
  • No causar más daño (evitar la termoterapia, trotar, correr, masaje).

Fase 2: Fase de regeneración:

  • Fagocitosis del tejido necrótico.
  • Activación y proliferación de las células satélite.
  • Regeneración de miofibrillas.
  • Formación de tejido cicatricial.

Aplicación práctica:

  • Comenzar la movilización y las carga tan pronto como sea posible para beneficiar el proceso de curación y reducir la acumulación de tejido cicatricial.

Fase 3: Fase de remodelación

  • Maduración de las miofibrillas.
  • Reorganización del tejido cicatricial.
  • Posible fibrosis.

 Aplicación práctica:

  • Realizar ejercicios de fortalecimiento global.
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Propuesta de rehabilitación para los desgarres musculares:

1.- Reposo Relativo + Movilización Temprana:

  • Reducir la actividad y evitar agravar la tensión.
  • Iniciar movimientos activos ligeros para promover la recuperación activa (aumenta el flujo sanguíneo en la zona).

2.- Recuperar el Rango de Movimiento:

  • Centrarse en aumentar los rangos articulares con ligeros estiramientos activos.
  • Evitar los estiramientos pasivos y la elongación muscular excesiva.

3.- Aumentar la Resistencia:

  • Baja intensidad (carga/resistencia), mayor volumen (repeticiones).
  • Centrarse en el aumento de la resistencia muscular mediante contracciones musculares concéntricas.

4.- Aumentar la Carga:

  • Aumentar la intensidad (carga, resistencia) menor volumen (repeticiones).
  • Estresar el músculo afectado mediante un entrenamiento de fuerza.

5.- Aumentar la Velocidad:

  • Contracciones de mayor velocidad.
  • Etapa final: Retorno a la velocidad máxima (debe incluir la imitación del mecanismo de la lesión).

En conclusión:

Es importante señalar que una sola contracción excéntrica, con una tensión suficientemente rápida, puede ser suficiente para causar un desgarre muscular inducido mecánicamente, independientemente de otros factores. A pesar de estos casos puramente mecánicos, la gran mayoría de los desgarros musculares son de naturaleza multifactorial. Es imprescindible identificar y abordar los factores de riesgo subyacentes si queremos rehabilitar y prevenir con éxito los desgarros musculares de forma eficaz.

Los desgarros musculares pueden parecer sencillos de rehabilitar al principio. Utilizar el dolor como marcador del proceso puede ser erróneo, ya que suele remitir con relativa rapidez incluso sin intervenciones terapéuticas, la tasa de recidiva de los desgarros musculares son superiores al 30%, por lo que es importante que eduquemos a nuestros pacientes sobre la mejor manera de tratar estas lesiones tanto a corto como a largo plazo.

Referencias:

  1. Muñoz Ch., Sara, Astudillo A., Claudia, Miranda V., Edith, & Albarracin G., Juan Francisco. (2018). Lesiones musculares deportivas: Correlación entre anatomía y estudio por imágenes. Revista chilena de radiología24(1), 22-33. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-93082018000100022.
  2. https://bjsm.bmj.com/content/52/19/1275#F1
  3. https://bmjopensem.bmj.com/content/4/1/e000323
  4. https://bjsm.bmj.com/content/47/6/351?ijkey=a01463c0ee0ce27530bc5fc6ebaee451f426315c&keytype2=tf_ipsecsha
  5. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3940495/
Joaquín Moreno Rodríguez

Joaquín Moreno Rodríguez

Lic. Terapia Física

Escrito por: Joaquín Moreno Rodríguez

Director de JM Fisioterapia®.
Lic. en Terapia Física, egresado con excelencia académica en la Universidad Univer Milenium, Toluca, México.

Decodificando el dolor

En el año 2020 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) definió: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”. [1]

Asociar el dolor a un daño estructural o tejido es una creencia errónea, que puede afectar al  proceso de recuperación de una persona, debido a que el dolor no se encuentra en los tejidos sino en el cerebro, y depende de las creencias, experiencias y perspectivas que tiene la persona ante alguna situación. Los padres de la neurociencia del dolor actual, Wall y Melzack [2], descubrieron que asociar el dolor a un daño estructural o patología, puede incrementar el dolor de las personas. 

El dolor es subjetivo y sumamente complejo, pero el dolor que sentimos es real y en parte el dolor es algo bueno, es un sistema de alerta y protección que nos brinda el sistema nervioso ante alguna situación para alertarnos que algo está pasando en nuestro cuerpo y debemos atenderlo; sin embargo muchas veces solo se atiende y trata a los tejidos, pero no a la persona que lo padece (paciente), es por eso (entre otras cuestiones) que el dolor persiste.

Los tejidos sanan, pero el sistema nervioso recuerda. 

Es importante reconocer el contexto, hechos o vivencias previas al dolor que las personas refieren. Se han documentado casos de soldados que han perdido un miembro, o sido heridos durante una batalla sin sentir dolor mientras combatían [3]. Los soldados no sienten dolor en el combate, porque su cerebro analiza el entorno y considera que es una amenaza mayor para su sistema nervioso no continuar defendiéndose. Una situación “parecida” puede que te haya ocurrido a ti. Si has practicado alguna actividad con cierto contacto, como diferentes deportes equipo o de combate... es posible que hayas recibido un golpe durante la competencia (si practicabas deportes de contacto probablemente varios). Lo curioso es que te ha empezado a doler al terminar la actividad, puede que incluso el día después. De aquí la famosa frase de “me empezó́ a doler cuando me enfrié́”. En realidad es la misma situación que la del soldado en la batalla, a tu cerebro le parecía más importante ganar el partido o que no recibieras golpes en exceso durante el combate que enviarte dolor en ese momento. En cambio si sufrías dichos golpes en otros escenarios no competitivos, si sentías un dolor inmediato.

El dolor depende del contexto y la relación que el sistema nervioso le otorga a los hechos, por ejemplo todos hemos sentido dolor en algún momento de la vida, al agacharnos a levantar un objeto o al levantar algún objeto, asociando el dolor al movimiento (dolor = agacharse, agacharse = dolor), pero lo que no recordamos es que muchas otras veces anteriormente hemos hecho ese mismo movimiento agachándonos o levantando algún objeto y no sentimos ese dolor. Dando origen al miedo – evitación haciendo creer a nuestro cerebro que si hacemos ciertos movimientos existirá dolor, limitando nuestro cuerpo al movimiento, que en un futuro nos hará frágiles y posiblemente hasta sedentarios.

Como ya lo hemos mencionado el dolor es muy subjetivo, el dolor que puede sentir una persona no es el mismo al que tú puedes sentir, porque intervienen muchos factores biopsicosociales donde intervienen el contexto, las creencias y vivencias de las personas ante ciertas situaciones “cotidianas”. Lo que para algunas personas puede ser muy temido para otras personas (deportistas) puede ser una situación muy habitual como un golpe o una caída, pero si cualquier persona se corta con una hoja de papel o se pincha con algún alfiler seguramente sentirá un dolor intenso. Demostrando lo que las neurociencias ya han comprobado “El dolor no es proporcional al tejido dañado.” 

En la actualidad se sabe mucho acerca del dolor, aún faltan muchas cosas por comprender e investigar, sin embargo pese a la toda la información que ya sabemos del dolor, muchos “profesionales de la salud” siguen creyendo que el dolor está en los tejidos y atienden a los tejidos que creen estar dañados y no a la persona que los padece, generando un efecto nocebo en la persona, retrasando el proceso de normalización del dolor o como los “profesionales de la salud” les llaman a dichas situaciones “su dolor es psicológico”, como es el caso muy común en los deportistas o pacientes que aún siguen sintiendo dolor a pesar de que su estructura muestra en pruebas de imagen que ya se encuentra recuperada. El problema es que persisten alteraciones a nivel nervioso que provocan que permanezca la amenaza en su cerebro. Aunque sus tejidos se hayan recuperado, en el sistema nervioso pueden permanecer señales de amenaza (dolor) y de las señales nerviosas entres los músculos y el cerebro. Todo esto provoca una alteración de los mapas cerebrales.

En Conclusión: El dolor es un mecanismo de alerta y a veces de defensa para informar al sistema nervioso que se siente amenazado  o algo está sucediendo, no existe el dolor psicológico, el dolor que las personas sentimos es real, pero no necesariamente está en los tejidos y el dolor que cada persona siente es por contextos biopsicosociales, creencias y experiencias previas, dando origen al umbral del dolor de dicha persona.

Si tu dolor es crónico y lo has “tratado” y no desaparece puede que tu cerebro aún se sienta amenazado o en peligro, busca a verdaderos profesionales de la salud para que te traten a ti y no a tus tejidos.

Referencias

  1. IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain terms: a list with definitions and notes on usage. Recommended by the IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain. 1979;6(3):249-52.
  2. Butler, David y Moseley, Lorimer. Explicando el dolor. Adelaide : Australia, 2010.
  3. Neural representations and the cortical body matrix: implications for sports medicine and future directions. Wallwork, Sarah, y otros. p. bjsports-2015-095356, s.l. : British journal of sports medicine, 2015.
Joaquín Moreno Rodríguez

Joaquín Moreno Rodríguez

Lic. Terapia Física

Escrito por: Joaquín Moreno Rodríguez

Director de JM Fisioterapia®.
Lic. en Terapia Física, egresado con excelencia académica en la Universidad Univer Milenium, Toluca, México.