¿Qué es la kinesiofobia o miedo al movimiento?

Te golpeas el dedo del pie, te machucas los dedos de la mano con una puerta, amaneces con dolor de cuello o te duele la espalda tras cargar algo pesado... Todas las personas hemos sufrido dolor al menos una vez en nuestra vida, es más que cierto que todos los seres humanos le tememos, ya que creemos que sentir dolor es sinónimo de malas noticias y es un hecho que haremos casi cualquier cosa por evitarlo, guardar reposo, evitar actividades que antes disfrutábamos, tomar medicamentos que podrían resultar adictivos o incluso someternos a una cirugía con la finalidad de que el dolor desaparezca. 

¿Pero qué pensarías si todo lo que creías sobre el dolor es erróneo o constituyera solo una parte de la verdad? Lo que resulta innegable es que el dolor es desagradable; sin embargo, también es esencial, pues es una experiencia para alertarnos ante el peligro. Cada ser humano tiene una experiencia ante el dolor única, así como umbrales de dolor diferentes. 

 La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) propuso una nueva definición: El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial.

Cuando acontece una lesión, ocurren una serie de procesos fisiológicos en el área lesionada con el fin de curar y reparar. También existen factores físicos, biológicos, cognitivos, sociales y conductuales que influyen directamente en el pronóstico de la lesión. El miedo que desarrollan las personas ante el dolor es un factor relevante para comprender cómo el dolor agudo se puede volver crónico y persiste incluso aunque ya no haya lesión. El miedo en relación con el dolor ha sido descrito con una variedad de definiciones, entre ellas la kinesiofobia. [1]

La kinesiofobia es un factor psicológico, definido como un miedo relacionado al movimiento o a la actividad física.

¿Por qué se presenta?

Las personas que presentan kinesiofobia desarrollan comportamientos catastróficos y creencias de que la actividad puede causar una nueva lesión o dolor adicional. A medida que esto avanza, se conduce a comportamientos de evitación, discapacidad funcional, desuso, sedentarismo e incluso depresión, de ahí la importancia de la detección oportuna ya que a largo plazo aumenta el riesgo de una amplia gama de problemas de salud por la falta de movimiento. [2]

La kinesiofobia no está presente en todos los individuos que cursan con una lesión, hay personas que desarrollan fobia al movimiento tras una cirugía, o posterior a un infarto de corazón, al tener dolor de espalda o de rodillas o en personas que cursan con padecimientos neurológicos ya sea párkinson o tras sufrir un derrame cerebral. Los factores para su desarrollo son muy variables, ya que influye directamente las experiencias previas y las creencias personales acerca del dolor. Incluso esta demostrado que el conocimiento que la persona tiene acerca de su padecimiento se relaciona con la forma en que aborda su dolor, de ahí la importancia de que al acudir a consulta médica o con un profesional de salud, que brinde un diagnóstico correcto y una explicación detallada del padecimiento del paciente con la finalidad de evitar comportamientos alarmantes que pudieran detonar kinesiofobia. [1,4]

El nivel de kinesiofobia presente en una persona puede ser examinado mediante la escala de Tampa que evalúa el miedo relacionado con el dolor y es una herramienta útil para abordar al paciente que cursa con kinesiofobia. Es importante identificar las actividades de la vida diaria o los movimientos que le provocan fobia a la persona, mediante un diario kinesiofóbico, para poder así instruir a los pacientes al movimiento progresivo y seguro con la finalidad de evitar otras repercusiones psicológicas y secuelas físicas a futuro por la falta de movimiento. [3]

El cambio se produce a través del movimiento y el movimiento cura. El movimiento es vida.

Referencias

  1. Jiménez A, Becerro R, Losa M, De Labra C, Calvo C, Palomo P, Martínez E, Navarro E. Kinesiophobia Levels in Patients with Parkinson's Disease: A Case-Control Investigation. Int J Environ Res Public Health. 2021 Apr 30;18(9):4791. doi: 10.3390/ijerph18094791. PMID: 33946205; PMCID: PMC8124702.
  2. Larsson C, Ekvall E, Sundquist K, Jakobsson U. Kinesiophobia and its relation to pain characteristics and cognitive affective variables in older adults with chronic pain. BMC Geriatr. 2016 Jul 7;16:128. doi: 10.1186/s12877-016-0302-6. PMID: 27387557; PMCID: PMC4936054.
  3. Weermeijer J, Meulders A. Clinimetrics: Tampa Scale for Kinesiophobia. J Physiother. 2018 Apr;64(2):126. doi: 10.1016/j.jphys.2018.01.001. Epub 2018 Mar 19. PMID: 29567379.
  4. Wasiuk D, Knapik A, Szefler J, Brzęk A, Krzystanek E. Kinesiofobia en pacientes con accidente cerebrovascular, esclerosis múltiple y enfermedad de Parkinson. Diagnósticos (Basilea). 2021 28 de abril; 11 (5): 796. doi: 10.3390/diagnóstico11050796. PMID: 33924856; PMCID: PMC8145970.
 María Fernanda Velázquez Luna

María Fernanda Velázquez Luna

Lic. Terapia Física

Escrito por: María Fernanda Velázquez Luna

Coordinadora y Administradora de JM Fisioterapia®. Lic. en Terapia Física, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México. Certificada en: Flossingband, Terapia Manual de la Columna Vertebral.

¿Qué ocurre con el cerebro cuando hacemos ejercicio?

“El ejercicio es bueno para la salud” es una de las frases que se dice con frecuencia, pero… ¿Conocemos el significado real? ¿Te has preguntado que ocurre con nuestro cerebro cuando hacemos ejercicio?

Es más que cierto que el ejercicio es una herramienta que aporta múltiples beneficios para nuestra salud física, pero también para nuestra salud mental. Ejercitarnos va más allá de ser una persona “activa”, muchas personas viven con la idea errónea de que al realizar actividades cotidianas en el hogar y estar en constante movimiento están realizando ejercicio físico en sí, pero no todo es verdad. El ejercicio debe cumplir con características especiales ya que debe ser una actividad planeada, repetitiva y con un fin específico. Muchas personas lo realizan por hobbie, otros por salud, por verse bien físicamente y muchas más para prevenir la aparición de enfermedades o como medio de tratamiento, sea cual sea la razón es indudable que realizar ejercicio nos hace cambiar radicalmente nuestro estado de ánimo y esto debido al impacto positivo a nivel cerebral y mental. [1,2]

 

Para poder lograr cualquier movimiento necesitamos de la contracción de nuestros músculos. Esta contracción muscular genera la liberación de sustancias hacia la sangre, las cuales viajan a través de esta y actúan sobre diferentes órganos, incluido el cerebro. En el cerebro estas sustancias inducen a la liberación de “neurotransmisores” cuyo objetivo es trasladar información sobre nuestro cuerpo entre una neurona y otra. [3]

Un neurotransmisor es un componente producido y liberado en el sistema nervioso para que cumpla funciones específicas en la transmisión de la información que se envía de neurona a neurona, para luego finalizar en un órgano o estructura que cumpla con la función establecida. Es decir, interviene en la transmisión de la información motora, sensitiva o cognitiva.

Entre estos neurotransmisores se encuentran la dopamina, la serotonina y la noradrenalina como principales sustancias, las cuales contribuyen a regular diversas funciones, por ejemplo, el aprendizaje, la memoria, el sueño, el estado de ánimo, el apetito, entre otras, todas ellas con repercusión positiva a nivel cerebral ya que esa liberación de sustancias y endorfinas durante el ejercicio persiste inclusive horas después de realizarlo manteniéndonos así con buen estado de ánimo durante el resto del día.[1,2,3]

Actualmente se considera que el ejercicio físico es un antidepresivo y es vital para el tratamiento y prevención de todo tipo de enfermedades, incluyendo las enfermedades mentales, ya que el ejercicio estimula la “neurogénesis”, es decir, ayuda a aumentar la generación de nuevas células neuronales en áreas asociadas con la memoria y al aprendizaje, de ahí la importancia de que se recomiende la práctica regular de ejercicio en pacientes que padecen demencia, depresión, parkinson y no solo exclusivamente en este tipo de enfermedades si no en todas debido a los cambios celulares y moleculares que aporta el ejercicio en el sistema nervioso. [1]

La neurogénesis es un proceso del sistema nervioso en el cual se generan nuevas neuronas, mediante la ejecución de ciertos mecanismos que involucran a las células y a su división celular.

Conclusión

Está más que claro cómo el ejercicio y el cerebro están íntimamente relacionados, aunque es importante mencionar que no cualquier ejercicio físico es apto para todas las personas, ya que cada uno de nosotros tiene capacidades, objetivos y gustos diferentes. Al realizar ejercicio físico es necesario contemplar que cada persona tiene su propio límite físico que no debería sobrepasar, pues al hacerlo estaría sometiendo al cuerpo a un nivel más allá de lo positivo. Por esta razón es recomendable el asesoramiento de un profesional para evitar lesiones o repercusiones negativas, además de que la adherencia al ejercicio es más fácil cuando se tiene conocimiento de cómo hacerlo de forma adecuada y progresiva. El ejercicio es vida y salud.

Referencias

  1. Nay K, Smiles W, Kaiser J, McAloon L, Loh K, Galic S, Oakhill J, Gundlach A, Scott J. Mecanismos moleculares subyacentes a los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la función cerebral y los trastornos neurológicos. Int J Mol Sci. 2021 abril 14;22(8):4052. DOI: 10.3390/ijms22084052
  2. Vivar C, Van H. Correr cambia el cerebro: lo largo y lo corto. Physiology (Bethesda). 2017 Nov; 32(6):410-424. DOI:  10.1152/fisiol.00017.2017
  3. Gujral S, Aizenstein H, Reynolds C, Butters M, Erickson K. Mecanismos del ejercicio sobre la depresión: posibles mecanismos neurales. Gen Hosp Psychiatry. 2017 Nov;49:2-10. DOI: 10.1016/j.genhosppsych.2017.04.012

 

 María Fernanda Velázquez Luna

María Fernanda Velázquez Luna

Lic. Terapia Física

Escrito por: María Fernanda Velázquez Luna

Coordinadora y Administradora de JM Fisioterapia®. Lic. en Terapia Física, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México. Certificada en: Flossingband, Terapia Manual de la Columna Vertebral.

Ejercicio vs fármacos para disminuir la mortalidad ¿Cuál es más efectivo?

La prevalencia de enfermedades crónicas ha aumentado drásticamente en los últimos años y el sedentarismo es considerado un factor de riesgo para su aparición. Pese a que en muchos casos los fármacos son necesarios para controlar o curar patologías, se ha demostrado que el ejercicio físico es un recurso preventivo y terapéutico para el manejo de toda enfermedad, pero ¿Por qué el hecho de tomar medicamentos nos crea la falsa sensación de que tenemos todo bajo control?

Actualmente la población mundial está cada vez más envejecida y esto se asocia a casos crecientes de enfermedades crónicas. La falta de salud se le atribuye al reposo excesivo ya que la actividad física realizada por las personas es insuficiente para mantenerse saludable. La falta de movimiento provoca progresivamente cambios negativos como disminución de la fuerza, pérdida de flexibilidad, de la movilidad articular, aumento de la grasa corporal, etc haciendo que las personas aumenten su probabilidad de enfermar. [1,2]

Estar enfermo supone un mayor consumo y dependencia de fármacos, sin dejar de mencionar que a la mayoría de los médicos y a los pacientes les resulta más sencillo prescribir fármacos y consumirlos, en lugar de intentar modificar hábitos y estilos de vida, y esto conlleva a que las personas entren en un estado de tranquilidad por creer que con el hecho de tomar sus medicamentos tienen su condición de salud controlada, pero ¿Qué harías si te dijeran que en realidad no es así? [3]

Volvernos dependientes de las píldoras y creer que con consumirlas atacamos totalmente la enfermedad, es una mentira, y hacerlo provocará consecuencias corporales irreversibles a largo plazo.

Tomar exclusivamente medicamentos es alargar el problema disminuyendo la sintomatología de la enfermedad por períodos breves, pero no es la mejor solución y mucho menos te hace estar más sano, pero el ejercicio físico sí. [4,5]

Hoy en día sabemos que el ejercicio constituye una píldora eficaz, eficiente y efectiva para la prevención y el tratamiento de todo tipo de enfermedades y que esta al alcance de todas las personas, esta maravillosa píldora produce múltiples beneficios a nuestra salud y pocos efectos secundarios, de tal forma que su práctica constante ayudaría a disminuir gran cantidad de enfermedades hoy presentes en la sociedad y por ende también se reduciría la capacidad y los recursos de los sistemas de salud públicos y privados.[2]

El movimiento es vida, es necesario incentivar a la población y convencerla de la importancia de ser físicamente más activos, independientemente de tener o no una patología.

Cuando enfermamos, creemos equivocadamente que con el hecho de guardar reposo vamos a mejorar, y no en todos los casos funciona. El ejercicio físico es una gran herramienta incluso cuando alguien cursa con alguna enfermedad.[5]

¿Crees que cuándo un médico nos receta medicamentos, toma en cuenta muchos factores para su prescripción, como la cantidad, la frecuencia, el tiempo? En teoría debería ser así y con el ejercicio no es la excepción porque ocurre exactamente lo mismo, y a eso se le llama prescripción del ejercicio. El ejercicio es muy variable, por lo que siempre tiene que ser adaptado y dosificado a la persona. Para cada uno de nosotros existe una modalidad de entrenamiento ideal, que se elige con base en nuestros gustos, objetivos y es fundamental ajustar dosis en cuánto a tiempo, repeticiones, peso para lograr una adaptación. Ni el corazón, ni los músculos u otro órgano corporal podrán mejorar su estructura o función si no son estimulados de forma adecuada y constante.[2]

 

Conclusión

Definitivamente debemos empezar a cambiar el paradigma ya que, si fuéramos realmente conscientes del valor terapéutico del ejercicio, debería prescribirse como uno de los medicamentos principales o incluso sin dudarlo el más importante, porque ningún otro conseguirá tantas mejoras con tan pocos riesgos. Lograrlo no supone un deseo sino una necesidad que no debe retrasarse más, porque su demora se traduce en más enfermedad y en sistemas sanitarios cada vez más “colapsados” y ya no hay excusa para no utilizar un fármaco tan barato y accesible como lo es el ejercicio físico.

Referencias

  1. Booth F, Roberts C, Laye M. La falta de ejercicio es una de las principales causas de enfermedades crónicas. Compr Physiol. 2012; 2 (2): 1143-1211. DOI: 10.1002 / cphy.c110025
  2. Giráldez M. El ejercicio físico, un recurso preventivo y terapéutico muy valioso y científicamente probado que deberíamos aprovechar mejor. Arch Med Deporte. 2018; 35(6): 354-356.
  3. Fiuza C, Garatachea N, Berger N, Exercise is the real polypill. Physiology (Bethesda, Md.) 2013;28(5):330-58. http://doi.org/10.1152/physiol.00019.2013
  4. Pedersen B, Saltin B. Exercise as medicine - evidence for prescribing exercise as therapy in 26 different chronic diseases. Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports. 2015;25 Suppl 3:1-72. http://doi.org/10.1111/sms.12581
  5. Sallis R, Franklin B, Joy L, Ross R, Sabgir D, Stone J. Strategies for Promoting Physical Activity in Clinical Practice. 2014. http://doi.org/10.1016/j.pcad.2014.10.003

 

 María Fernanda Velázquez Luna

María Fernanda Velázquez Luna

Lic. Terapia Física

Escrito por: María Fernanda Velázquez Luna

Coordinadora y Administradora de JM Fisioterapia®. Lic. en Terapia Física, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México. Certificada en: Flossingband, Terapia Manual de la Columna Vertebral.